
Un amigo es eterno. Que se lo digan a Paolo Torsani. Su amigo era un ilustre motero. Uno de los que hicieron mella en el motociclismo mundial. Era piloto. Llevaba el 58. Su amigo se llamaba Marco Simoncelli. Y para 'Paolino', como le apodan, su alma sigue más viva que nunca, pero en forma de moto.
Y no una moto cualquiera. Es la Honda réplica del propio Simoncelli que tiene en su restaurante en Misano. Y tiene un particular rito que lleva años practicando para honrar a su colega: encenderla cada año ante una brutal expectación.
La Honda es una CBR1000RR réplica de MotoGP se enciende todas las noches a las 22:20
Como si de una liturgia se tratase, Paolino enciende cada noche a la misma hora la moto réplica de Simoncelli. No hay un solo día que se le pase. Es algo más que un ritual; una forma de mantenerlo vivo. Un acto de renegado que reniega en dejar en el olvido a su fiel compañero.
Hay que remontarse a Sepang 2011. Duele hasta recordarlo. Para la desgracia del motociclismo, Marco Simoncelli fallecía en plena carrera de MotoGP. Han pasado 14 años de aquello. Y no ha habido una sola noche que esa moto no haya rugido por él.
Hay algo más que restaurante en ese restaurante. Se encuentra en la costa italiana, justo en Cattolica. El lugar se llama 'Ristorante Hochey'. Un buen rape, una atrayente pizza... Pero los que van allí no lo hacen solo por la comida; hay un lugar de culto en una parte del restaurante.
Justo allí está ella. Impecable. Preciosa. Como si no hubiesen pasado los años por ella. Es la Honda CBR1000RR de Simoncelli que parmanece impertérrita con la misma librea que tenía Simoncelli en el San Carlo Honda Gresini dirigido por el también fallecido Fausto Gresini.
Después de la cena, viene la magia. 22:20 de la noche. Ni un minuto más, ni uno menos. De repente aparece el dueño del local, Paolo. Es un tipo peculiar. Muy italiano: pantalón corto, camiseta de tirantes, brazos tatuados, reloj de pulsera, barba recortada y pelo revuelto pero engominado.
Allí que aparece el italiano. Se acerca a la moto, prende el botón... Y se hace la magia. Un estruendo inunda el local con el escape libre de la réplica de 'SuperSic'. Alrededor de él, más de 50 personas, comensales y no comensales, disfrutando de un espectáculo único. Es más que un espectáculo... Un ritual motero.
¿Alguna vez has escuchado eso de ráfagas al cielo? Siempre se dice cuando un motero fallece. Se corta la moto para dar ráfagas al cielo. Pues la literalidad inunda el 'Ristorante Hochey' con esas ráfagas al cielo. Un acelerón, dos, tres... El olor a 98 inunda el local con las ráfagas al cielo.
El ambiente es único, motero. Cuando acaba, Paolo vuelve a su cocina, a su quehacer. Pero con el alma llena por haberle rendido ráfagas al cielo a su eterno colega. Y el de todos los que amamos este deporte, esta afición... Esta... Forma de vida llamada motociclismo.
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