
La historia del motociclismo japonés no empieza ni acaba en Honda, Yamaha, Kawasaki o Suzuki (las conocidas como 'Big Four'). A veces, entre sus líneas más ocultas, aparece una rareza como esta Marusho Magnum 500.
Está en subasta ahora mismo, y lo extraño no es solo que exista una unidad, sino que haya sobrevivido al olvido. Porque esta moto tiene poco de común. Y mucho de culto de las motos japonesas, que ya de por sí evocan algo superior.
Ahora se subasta por algo más de 3.000 libras (solo)
Marusho Motor Co. fue una marca japonesa fundada en 1948 por Masashi Itō, un ingeniero que trabajó en los orígenes con Soichiro Honda. Con base en Hamamatsu (como Suzuki, u Honda que tiene allí una planta), Marusho no fue un simple fabricante más: apostaron por mecánicas complejas y soluciones técnicas poco vistas en Japón. Como los motores bóxer bicilíndricos con transmisión por cardán. ¿Te suena? Pero no les fue tan bien.
Claro, el parecido con las BMW de la época no es casual. De hecho, esta Magnum de 1965 parece una R50 alemana a primera vista. Pero no lo es. Es japonesa. Y tampoco es una copia sin alma: Marusho fue capaz de mejorar algunos puntos del diseño germano.
Por ejemplo, usaron horquilla telescópica convencional cuando BMW aún montaba suspensiones Earles, y la Magnum entregaba más potencia que la R50 original. Inspiración, pero con personalidad. En cierto modo, muchos asemejan la historia que vivimos ahora con las marcas chinas con los japoneses de hace décadas.
El motor es un bóxer de 494 cc con refrigeración por aire y dos válvulas por cilindro. Y aunque la cifra oficial se situaba en torno a los 26 CV, hay fuentes que hablan de hasta 36. En cualquier caso, suficiente para superar los 120 km/h con dignidad y estilo.
Las Marusho también eran elegantes (a lo BMW, sí). Con llantas de radios, líneas limpias y detalles muy “continentales”, la Magnum parecía querer decirle al mundo que Japón también podía jugar en la liga europea… A su manera.
El problema es que llegó demasiado pronto y con muy pocos recursos. Se calcula que solo se fabricaron unas 160 unidades antes de que la empresa bajase la persiana en 1967. Esa escasez convierte a cada ejemplar en una pieza de colección automática.
La que se subasta ha pasado buena parte de su vida en un museo japonés, hasta que fue importada a Reino Unido hace pocos años. Está sin matricular, pero completa y con documentación. Necesita una puesta a punto básica, pero tiene buena compresión, embrague operativo y un motor que gira sin problemas con el kickstarter. Una joya lista para revivir, dicen en la casa de subastas.
Y sí, para los que estáis pensando en el mantenimiento: muchas piezas del motor son compatibles con las BMW de época. Una rareza japonesa con alma alemana, de esas que aparecen en subasta cada década... con suerte.
Imágenes | Iconic